Hacia una nueva libertad by Murray N. Rothbard

Hacia una nueva libertad by Murray N. Rothbard

autor:Murray N. Rothbard [Rothbard, Murray N.]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ensayo, Filosofía, Historia, Economía
editor: ePubLibre
publicado: 1973-02-14T16:00:00+00:00


DINERO E INFLACIÓN

Entonces, ¿qué puede decir sobre nuestro problema esta teoría austriaca que ha resurgido?[137] Lo primero que hay que señalar es que la inflación no es algo inevitablemente establecido dentro de la economía, como tampoco es un prerrequisito para un mundo floreciente y en crecimiento. Durante gran parte del siglo XIX (excepto en los años de la guerra de 1812 y de la Guerra Civil), los precios estaban en baja, y sin embargo la economía crecía y se industrializaba. La caída de los precios no constituye en absoluto un freno para los negocios o para la prosperidad económica.

Por lo tanto, la caída de los precios forma parte, aparentemente, del funcionamiento normal de una economía de mercado en crecimiento. Entonces, ¿cómo puede ser que la sola idea de precios firmemente descendentes sea tan contraria a nuestra experiencia que parece surgir de un mundo de ensueño, totalmente irreal? ¿Por qué, a partir de la Segunda Guerra Mundial, los precios han aumentado en forma constante, e incluso rápidamente, en los Estados Unidos y en todo el mundo? Antes de esa instancia, habían subido abruptamente durante la Primera Guerra Mundial y la Segunda Guerra Mundial; en el período entre guerras disminuyeron ligeramente a pesar del gran auge de los años 20, y luego cayeron en forma pronunciada durante la Gran Depresión de la década de 1930. En resumen, si se exceptúan las experiencias de tiempos de guerra, la idea de la inflación como norma en tiempo de paz realmente llegó después de la Segunda Guerra Mundial.

La explicación más común de la inflación es que los empresarios codiciosos persisten en subir los precios para aumentar sus ganancias. Pero con toda seguridad el cociente de «codicia» de los hombres de negocios no experimentó de repente un gran salto desde la Segunda Guerra Mundial. ¿No eran igualmente «codiciosos» en el siglo XIX y hasta 1941? Entonces, ¿por qué no había ninguna tendencia inflacionaria en esos momentos? Además, si los empresarios son tan ambiciosos como para aumentar los precios un 10 por ciento por año, ¿por qué se detienen allí? ¿Por qué esperan? ¿Por qué no suben los precios un 50 por ciento, o los duplican o triplican inmediatamente? ¿Qué los retiene?

Un defecto similar en la argumentación refuta a otra de las explicaciones más corrientes acerca de la inflación, según la cual los sindicatos insisten en lograr salarios más altos, y esto a su vez lleva a los empresarios a aumentar los precios.

Aparte del hecho de que la inflación ya era conocida en la antigua Roma, y mucho antes de que aparecieran los sindicatos en escena, y más allá de que no existe evidencia de que los salarios fijados por los sindicatos aumenten más rápido que los que no lo están, o que los precios de los productos fabricados por trabajadores sindicalizados suban más rápidamente que los de obreros no sindicalizados, surge una cuestión similar: ¿Por qué las empresas no aumentan sus precios de todos modos? ¿Qué es lo que les permite incrementarlos en una cierta magnitud,



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